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'TANGERNACIÓN' Y EL EXPERIMENTO BURROUGHS

 



'TANGERNACIÓN' Y EL EXPERIMENTO BURROUGHS

 

Para los que siempre se preguntaron qué hubiera pasado si en vez de David Cronemberg hubiera sido una mente aún más delirante (como la de otro David) la que adaptase ‘El almuerzo desnudo’ de William S. Burroughs, encontrarnos más de veinte años después con una película cortada con la sobredosis de necesaria experimentación hace justicia a esta pregunta. Se trata de ‘Tangernación’ (Mínimo Producciones), obra del videoartista y documentalista José Ramón Da Cruz.

 

La experiencia de este realizador (fue uno de los fundadores de Grupo TAU, referente del cine de vanguardia español en los ochenta) y su origen tangerino le obligaban casi moralmente a reconstruir (a su manera, eso sí) este episodio clave en la vida de una de las principales plumas de la generación beat americana: el encuentro con sus coetáneos en el marco de esta ciudad anacrónica donde pudo dar libertad a cualquier vicio en pro de la experimentación y concebir esa rareza malsana de enigmático título.

 

 

“Tánger era una cosa muy loca, en un sentido creativo”, dice Da Cruz, “una ciudad que tiene ese punto de vista mágico y magnético, y eso sólo se puede entender desde un punto de vista literario, cultural o artístico; y cuando una ciudad está creada por mitos culturales (que no históricos)… eso es otra cosa”.

 

Da Cruz, que sin embargo creció y se desarrolló en Madrid, retratando incluso la historia de esta ciudad en plena movida, siempre tuvo muy presente el halo de misterio y desenfrenada creatividad que emanaba su ciudad de origen, ya fuera por las historias que le contaba su madre o por las que se encontraba de vez en cuando en las páginas de ciertos artistas descosidos que en los cincuenta recalaron en Tánger, “una ciudad como cualquier otra, feucha incluso”, quizá motivados por los aires de independencia, por su mezcolanza cultural o por la facilidad que ofrecía para acceder a todo tipo de sustancias psicotrópicas.

 

 

En cualquier caso, encontrar esta parte de la historia de Tánger, siempre escrita por manos ajenas, pero esta vez por las lisérgicas de Burroughs, Bowles o Gysin, fue el caldo de cultivo para que este cineasta empezara a fraguar una oda a esta ciudad de locos extranjeros que encontraron aquí un acogedor hogar para sus delirios. Un cielo en el infierno.

 

En principio, el proyecto “iba a girar en torno a Paul Bowles, pero a parte de ser un personaje muy conocido ya no era tanto la esencia de lo que yo quería contar… era más ese punto de locura que tiene un sitio como Tánger, surrealista y existencial. Y ahí prefiero a Burroughs”, reconoce José Ramón Da Cruz..

 

Con Bowles como punto de partida este ambicioso proyecto que ahora por fin ve la luz en tres partes (la película ‘Tangernación’, el documental ‘Mapa emocional de Tánger’ y una serie de piezas de video) empezó a fraguarse hace diez años bajo el título de ‘Biosfera’, “un documental híbrido en el que se hablase de Tánger con personajes de la cultura. Y empezamos a hacer el documental entrevistando a personas que ya han muerto… con lo que también hubiera sido un documental de la memoria”, recuerda Da Cruz. El proyecto, que al final no vio la luz, contaba así con un ingente material histórico y con otro propósito: solucionar la deuda de memoria histórica que España tiene con su antigua colonia: “España tiende a no cubrir muy bien ciertos capítulos que son suyos, Francia coge a Argelia y Túnez y hace mil cosas… España con Marruecos prácticamente no ha hecho nada”.

 

 

EL EXPERIMENTO BURROUGHS

 

Pero convertir, finalmente, a William S. Burroughs en el protagonista de este viaje de descubrimiento y autodestrucción es el gran acierto de ‘Tangernación’. Y si Cronemberg optó por un punto de vista más epidérmico (fiel a sí mismo y siempre obsesionado con la degradación cárnica), Da Cruz viene a completar la otra cara de la moneda, la de la enfermiza obsesión, la adicción melancólica y el gusto etéreo de la metafísica. Con este fin, su montaje experimental es casi obligado para contar al historia de Burroughs al encuentro no sólo de Brion Gysin, Paul Bowles y su malograda esposa Jane, sino al de sí mismo en un momento de bloqueo creativo, de insubordinación ante las anquilosadas estructuras literarias del momento.

“No se puede explicar de otra forma”, explica el director, “incluso el documental, si no se explica con puntos muy abstractos no se explica,  no tiene gracia. Incluso para tratar Tánger se necesita esto también”.

 

 

Utilizando el siempre problemático recurso de la voz en off, ‘Tangernación’ resuelve esta manida herramienta con citas de los artistas sobre la ciudad como si fueran los delirios de un drogadicto en pleno viaje. Las composiciones de plano en penumbra y la música asfixiante conforman las partes más angustiosas del film (dignas de un libro de rodaje de David Lynch, el otro David), aunque son las más luminiscentes, las del sol invadiendo las calles y las habitaciones de Tánger, las que crean una sensación inaudita y desconcertante hasta distorsionar a Burroughs en un canto bicéfalo de amor y dolor. La duplicación del personaje pistola en mano en los momentos de derrumbamiento (bien era conocido el gusto malsano del escritor por las armas de fuego)  y los casos en que se rompe la cuarta regla violentando al público (si no lo estaba ya) están entre los momentos más brillantes de la película.

 

Con un montaje matemático y minucioso y un lenguaje narrativo tranquilo que opta por el sosiego para llevarnos hacia el delirio controlado, la película cuenta también, para ello, con el desbordante trabajo actoral de Javier Mejía, poseído completamente por Burroughs, y Romina Sánchez, en un delicado trabajo dando vida a la fascinante Jane Bowles, y a la que le pertenece una de las secuencias más poderosas de la película, la de ella recorriendo desquiciada las laberíntica calles de Tánger en un autoplano secuencia avasallador.

 

 

Para Da Cruz “cuando tienes un actor que te soluciona la historia, eso es cine, si el personaje no se crea, si el actor no lo crea, es difícil; la clave de un actor es que transmita verdad… y sobretodo en este tipo de películas porque si no… rozas el ridículo”.

 

Es de suponer que la palabra “ridículo” es el gran Golem para todo videoartista. Con un ingente currículum de trabajos de videoarte, montajes audiovisuales y películas experimentales, pero también con una solvente experiencia documental para televisión (véase ‘Los que quisieron matar a Franco’, 2006), José Ramón Da Cruz tiene muy claras cuales son las reglas: “yo considero el cine experimental como decían los franceses: no hay cine experimental, todo es cine”.

 

 

¿PERO QUÉ ES CINE EXPERIMENTAL?

 

Aturdidos por la lapidaria frase de Da Cruz, recurrimos al productor de ‘Tangernación’, Ángel Quirós, con quién montó la productora Mínimo, especializada precisamente en trabajos de corte experimental. “Los límites se han roto”, nos dice Quirós, la narrativa experimental se está utilizando mucho para conceptos nuevos y el público también ha aprendido mucho. Experimental no es otra cosa que ensayar y hacer cosas nuevas, es un I+D narrativo… y gracias a eso no vemos siempre el mismo cine de plantilla”.

 

Recientemente, en un artículo para la Academia de Cine, Quirós explicaba los factores básicos de una película experimental. Y aunque en ellos no podemos encontrar el abc del género (si es que podemos considerarlo como tal) sí sirve para tumbar la opinión de aquellos que piensan que una película es experimental cuando es rara, y ya está. Ese concepto de I+D narrativo, la sensibilidad del autor (“que crea su propio lenguaje”), el proyecto en sí (una adaptación de Burroughs pide a gritos un montaje experimental) y, sobretodo, la sinceridad con el proveedor y con el público (que sepan lo que están vendiendo y consumiendo) es fundamental para hacer un cine experimental de calidad, enumeraba Quirós.

 

Que si el público está preparado para romper ciertas reglas cinematográficas preestablecidas es algo que ya hemos superado “y con la crisis ese cine alternativo sí se ha convertido en una alternativa auténtica”, aunque ojo, “hay que diferenciar entre cine alternativo y cine experimental”, matiza el productor, y “el cine ortodoxo bebe de eso, porque gracias a que hay cine experimental siempre hay cine nuevo”.

 

UC (Manu Cabrera).